sábado, 6 de diciembre de 2008

Beatriz Pineda De Sansone // La lectura es un goce

El desarrollo de los hábitos de lectura debe iniciarse desde la edad preescolar, contando cuentos a los niños. Este programa debe ser sistemático, dos veces a la semana, y su meta principal es proporcionar al niño goce, esparcimiento y aprendizaje.Muy pronto comenzaremos a notar que el niño anhela su hora de lectura, porque ella constituye un disfrute, un juego.

El docente se debe convertir en un cómplice del niño. Escuchar sus comentarios posteriores a la lectura con verdadero entusiasmo es promover sus juicios. De manera gradual se debe desarrollar una conversación entre los niños y el docente.

A medida que avanza el programa de lectura, comenzaremos a sentir mayor madurez en los criterios de los niños, audacia en el manejo y la exposición de sus opiniones. Su vocabulario se irá enriqueciendo, no sólo si seleccionamos las palabras extrañas y las repetimos unidas a sinónimos, sino también, si incorporamos la nueva adquisición al discurso diario.

La lectura enriquece la vida espiritual del niño y del adulto, al mismo tiempo que nos ofrece la maravillosa oportunidad de ordenar nuestros pensamientos e ideas. Aristóteles expresó en el capítulo VII de La Poética, que el pensamiento aparece mediante la palabra. Es a través de la palabra que se elucida o saca a la luz la idea. De forma que al hablar, nos vemos obligados a organizar ideas, pensamientos y sentimientos, en otras palabras, nos vemos obligados a estructurar el discurso. Este trabajo guarda estrecha relación con la capacidad de asociación y discriminación.

En cuestión de segundos, la memoria juega un papel de suma importancia, al seleccionar sucesos acaecidos tiempo atrás, que deben ser ensamblados en el momento en que hablamos.A través de la lectura aprendemos a escribir correctamente. La lectura de escritores de reconocida trayectoria universal se recomienda ampliamente. La lectura constituye el mejor móvil para alcanzar el desarrollo de la imaginación y la capacidad verbal del individuo.La televisión, en cambio no ofrece estímulos a la inteligencia.

Ella ofrece la imagen, el color, el movimiento y el sonido. En consecuencia, nuestra mente permanece inmóvil, pasiva. Nada tenemos que imaginar. Todo está allí. La televisión, igual que el discurso científico, procura abolir la indeterminación, la ambigüedad. Su discurso es cerrado, denotado y en ocasiones no es sano.La literatura en cambio, ofrece un discurso abierto, el lector se convierte en eje de una serie de intersecciones simbólicas, que debe dilucidar, descubrir o imaginar.

Y es allí donde radica el reto, el goce y la emoción.Dos horas semanales dedicadas a la lectura y el comentario de textos, ofrece tanto a niños como jóvenes, la posibilidad de interactuar con los compañeros de curso, de sustentar sus criterios con respecto a un tema determinado, de explicar y expresar bien sus ideas para que todos las puedan comprender, o de modificar sus criterios.

La lectura y el comentario de textos se debe convertir en una cátedra tan seria como la biología, las matemáticas, la geografía o la historia, pues los niños y/o los jóvenes tendrán la posibilidad de asistir a debates, tendrán al alcance la posibilidad de organizar temas de investigación sobre algún aspecto importante de la obra leída, y, más a futuro, de programar charlas con el material investigado y establecer un intercambio cultural con otros cursos de primaria o de secundaria.

La lectura nos brinda la posibilidad de poner en marcha una obra de teatro partiendo del texto leído, un baile, un artículo, un ensayo, un cuento, entre otros.La dirección del colegio también debe organizar y programar encuentros semanales de docentes. Dos horas de sesión dedicadas a la lectura y el comentario de textos, creará una atmósfera de concordia hacia la investigación, y la lectura, de forma que todo el personal del plantel se verá involucrado en una investigación seria sobre autores, materiales y dinámicas más convenientes para realizar después de la lectura.La apatía hacia la lectura presente tanto en niños como en jóvenes se debe, en la mayoría de los casos, a la indiferencia y el desapego de los docentes y padres y representantes. Hasta ahora, la dirección de los planteles, salvo algunas excepciones, no ha puesto en marcha programas sistemáticos con relación a la lectura.

Al docente se le debe estimular, evaluar y reconocer en esta labor, que dejará tantos frutos a la educación. Se le debe exigir mensual o bimensualmente, la elaboración de un recuento relativo a las obras seleccionadas y sus autores, a las dinámicas que pondrá en marcha posterior a la lectura que podrán reforzar materias como la lengua, la historia, la geografía, el arte, entre otras, y, finalmente, debe referir en ese informe o recuento los progresos y obstáculos que ha observado en su aula de clase.

Para promover el entusiasmo puede organizar concursos trimestrales de mejores lectores y premiar simbólicamente los logros alcanzados.

El entusiasmo por la lectura se contagia. Vamos a dar lo mejor de nosotros: directores, docentes, padres y representantes por la felicidad de tantos niños y jóvenes que valoran y necesitan aprender a escuchar y a expresar, correctamente, cuanto piensan, sienten y disienten, porque de eso dependen sus buenas relaciones en casa, en el colegio, en la universidad, y, posteriormente, en el trabajo. Vamos a ofrecer un vasto horizonte de autores, países, geografías, historias y culturas que enaltezcan la educación. ¿Qué mejor regalo podemos hacer a nuestros niños y jóvenes?Licenciada en Letrasbeasansone@hotmail.com

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