jueves, 25 de junio de 2009

Ismail Kadaré, Quijote en los Balcanes


"Aprecio el delirio que tiene que ver con la libertad", dice el autor albanés galardonado
Por JOSÉ MANUEL FAJARDO - París - 25/06/2009 .Premio Príncipe de Asturias de las Letras
Para Ismail Kadaré, el escritor albanés galardonado ayer con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, la cabalgata de Don Quijote llegó, gracias a traductores y lectores, hasta las convulsas tierras de los Balcanes. En su opinión, "las penínsulas Ibérica y Balcánica tienen en común el haber sido escenario de los dos mayores intentos de imponer en Europa poderes y culturas que venían del Oriente próximo". Kadaré, que vive entre París y Tirana, conversó ayer con este diario desde su casa de la capital de Albania.
"El pensamiento de la gente es muy codiciado, en los sueños es libre"
La línea divisoria entre islam y cristiandad pasó durante trescientos años por los Balcanes, y ese conflicto está presente en algunas de sus novelas históricas, como Los tambores de la lluvia, feroz narración del cerco de las tropas turcas a una ciudadela albanesa. Pero el vínculo entre España y Albania no pasa sólo, según él, por los paralelismos históricos. "En los Balcanes hay mucho de Don Quijote", afirma, y uno siente que hay verdadera simpatía hacia todo lo español en este hombre, que tiene fama de parco en palabras y al que se puede ver por la mañana tomando un café en la terraza del parisiense café Le Rostand, frente a los jardines del Luxemburgo.
"Nuestro carácter es quijotesco, en el buen sentido del término, porque yo como escritor aprecio en Don Quijote no sólo la locura, sino la fantasmagoría, ese hermoso delirio que tiene que ver con la libertad". De ese amor nació su texto Don Quijote en los Balcanes, en el que explica cómo se ve al hidalgo en Albania. "Allí es muy popular", comenta, "se le considera como un personaje nacional, y son muchos los escritores albaneses que han señalado el paralelismo entre las andanzas de Don Quijote y las de los aventureros balcánicos que se adentraban en el Imperio otomano en la época de la dominación turca".
Ante esos sólidos vínculos culturales, la discrepancia sobre la independencia de Kosovo (no reconocida por España) le parece anecdótica: "Tiene que ver con la política interna de España, pero es cuestión de tiempo. En Kosovo sólo se normalizó una situación anormal".
Figura prominente de la disidencia contra el régimen comunista totalitario de Enver Hoxa durante los años 80, Kadaré ha diseccionado con precisión cirujana los mecanismos del totalitarismo, a través de relatos que tienen mucho de oníricos. La novela El palacio de los sueños es quizá su mejor ejemplo: en ella, un enjambre de burócratas se dedicaba a reunir, clasificar y estudiar los sueños de todos los habitantes del país. "La escribí en el momento más duro del comunismo albanés", recuerda Kadaré, y añade irónico: "Creo que fue un libro muy bien leído en su momento por todo el mundo, incluida la dictadura, que supo ver la crítica del totalitarismo que contenía y lo prohibió. Pero como la prohibición fue después de que se publicara y estuviera ya casi vendida toda la edición, produjo el efecto paradójico de hacer que la gente lo releyera de manera más atenta y más profunda".
Bajo el totalitarismo, añade, "el pensamiento de la gente está muy codificado, aunque en los sueños es libre. Por eso los Gobiernos totalitarios están obsesionados por controlar también la intimidad, el lado emocional de las personas. Porque ése es el territorio en el que se refugia la libertad cuando se vive bajo la opresión. No bastan las cárceles, se trata de penetrar en la conciencia y controlarla".
Veinte años después de la caída del muro de Berlín, la mirada de Kadaré sigue siendo crítica ("Es innegable que Albania ha progresado, pero ese progreso no ha sido tanto ni tan bueno como soñábamos"), pero en su pensamiento late un optimismo al que quizá habría que calificar de escarmentado. "Europa ha presentado en algunos momentos de la historia un rostro duro, oscuro, basta pensar en la Inquisición o en el comunismo", explica. "Sin embargo, lo maravilloso es que ha sido capaz de luchar contra sus propios demonios. Ha sabido autocriticarse, asumir sus faltas".


Ni disidente ni portavoz

Por:BASHKIM SHEHU Premio Príncipe de Asturias de las Letras

"He tratado de hacer literatura normal en tiempos anormales". Así caracteriza Ismail Kadaré su actividad literaria bajo el comunismo. Buena parte de su obra, y de sus obras maestras, fueron publicadas en Albania e incluso traducidas a varios idiomas precisamente durante aquel periodo, mientras el régimen estalinista albanés era el más opresivo y cerrado de Europa. Kadaré no fue ni disidente ni portavoz del régimen. Tampoco fue una mezcla de los dos, ya que son incompatibles, y tampoco algo a medio camino, porque constituye un fenómeno tan complejo que no se puede definir a partir de categorías sobrecargadas de política. Kadaré era un autor transgresor, pero de una transgresión estético-literaria que consistía en nuevas formas de expresión capaces de poner entre paréntesis la realidad, o ponerla en entredicho, cuestionarla a través de un sutil entretejido metafórico.
Es un creador transgresor, pero de una transgresión estético-literaria
Y, gracias a todo ello, la obra de Kadaré tenía a su vez un papel políticamente emancipatorio para los lectores albaneses en aquellos tiempos oscuros. Los centros del poder lo veían como un individuo con ideas hostiles. Algunos de sus libros fueron prohibidos, algunos otros tuvieron que ser corregidos obligatoriamente por él. Y, de vez en cuando la dictadura le enseñaba los dientes, le amenazaba con "arrojarlo al barro", según las palabras de un secretario del Comité Central. Eso fue en 1982. El autor de estas líneas, por su experiencia de interrogatorios a que fue sometido por ser, entre otras cosas, amigo de Kadaré, tiene la certeza de que la policía secreta, al menos en esa ocasión, pretendía meter a Kadaré en la cárcel. Lo que no llegó a ocurrir. Era demasiado tarde. Kadaré era demasiado conocido internacionalmente.
El dictador temía proporcionar a Occidente la oportunidad de crear un Solzhenytsin en Albania. En cambio, le complacía que un escritor albanés tuviera tanto reconocimiento internacional: una complacencia acomplejada, similar a la de la España franquista cuando una película, censurada en el país, era valorada a nivel europeo. Lo que se hacía era amenazar al escritor de vez en cuando para que no fuera demasiado lejos, y, a veces, mimarle y pedirle un tributo. Lo que consistía, parafraseando a Esquilo, en que el escritor echase al dictador algunas migajas de su fastuoso banquete homérico.
Esa etapa de la vida de Kadaré terminó en el otoño de 1990, cuando pidió asilo político en Francia. Él calificó el acto como una "separación del mal". Ocurrió un mes antes de que la revuelta de estudiantes en Tirana pusiera fin al sistema de partido único. Fue recibida muy positivamente por la sociedad albanesa, como un acto que contribuía a acelerar el cambio. En el gulag de Albania, donde me hallaba yo todavía, fue recibida con júbilo.
Kadaré sigue estando dedicado a la literatura, escribiendo sobre los mismos temas, relacionados profundamente con Albania, y del mismo modo que bajo la dictadura: siempre lo que él considera "literatura normal", aunque en tiempos diferentes.
Bashkim Sehu es novelista albanés afincado en España y autor de El último viaje de Ago Ymer



Un sabor inconfundible

Por IGNACIO VIDAL-FOCH Premio Príncipe de Asturias de las Letras

La característica fundamental de las antiutopías de Kadaré es una atmósfera inquietante, sombría, crecientemente irrespirable, en la que se mueven los personajes hacia un destino a menudo fatal. La fluidez del relato, la firme conducción de la trama, la amenidad y hasta el exotismo bárbaro de los ambientes, los personajes y los paisajes, alivian la lectura, y la suma de todo ello le da a los relatos de Kadaré una posición particular, un sabor inconfundible.

Ese aire enrarecido, ese clima angustioso, envuelve también las novelas épicas como la extensa El largo invierno, en la que reconstruye el viaje a Moscú de una delegación de políticos albaneses en 1961 para discutir con las autoridades soviéticas y el profundo trauma que supuso, para las clases dirigentes de Tirana encabezadas por el dictador Enver Hoxha, y para los ciudadanos de a pie, el tremendo, sacrílego desafío de la ruptura con la URSS. Por esta novela, de un patriotismo por lo menos ambiguo, por sus ensayos sobre mitología y sus análisis comparativos de romanceros, leyendas y tradiciones de Yugoslavia, de Albania y de Grecia, y sobre todo por la evidencia palmaria de que se trataba de un gran escritor (aunque del todo excéntrico a la estética del realismo socialista), Kadaré fue tolerado por el régimen de Hoxha.
Y, entre reconocimientos y amenazas, por su sucesor Ramiz Alia; hasta que en 1990, desde París donde se hallaba de viaje, asestó al régimen la herida profunda de su exilio y denuncia, precisamente en el momento en que Alia, con la organización de una cumbre de ministros de asuntos exteriores del ex bloque soviético y la presencia, por primera vez en muchos años, de un contingente de periodistas occidentales en la capital, procuraba dar al mundo una imagen de aperturismo. De la noche a la mañana los ensayos y novelas de Kadaré exhibidas en los comercios del centro de Tirana desaparecieron de los escaparates; y al día siguiente los periodistas occidentales fueron expulsados del país.
Hace algunos años tuve ocasión de charlar con Kadaré. "Sólo una vez hablé con Hoxha", me explicó. "A aquel asesino le gustaba llorar en los mítines multitudinarios, y en privado dárselas de culto e ilustrado y salpicar su conversación con sentencias de los moralistas franceses. Yo había pedido permiso para consultar documentos secretos relativos a la ruptura con la URSS. Aquella ruptura traumática, que venía después de la de la Yugoslavia de Tito, perseguía el objetivo de que Occidente se volcase con Albania, pero eso sí, respetando el carácter personal del régimen, la dictadura de Hoxha. Pero la maniobra salió mal, Europa nos ignoró y hubo que buscar otro valedor, y lo encontramos en la China de Mao... El caso es que Hoxha me llamó a su casa para hablar del asunto. De pronto abandonó la sala donde estábamos. Quizás se me había escapado alguna palabra desagradable y que ahora tendría que atenerme a las consecuencias, no las tenía todas conmigo, pero él regresó enseguida con un montón de grandes volúmenes: las obras completas de Balzac, que me regaló. Por favor, me dijo, no crea que quiero influir en su estilo, escriba como le parezca, lo que pasa es que, ¿sabe?, yo soy un hombre de gustos clásicos, un poco chapado a la antigua". Y Kadaré se reía.
Para elogiar a un autor es socorrido colocarlo en la estela de un Kafka o de un Borges. En este caso es correcto citarlos: él es kafkiano porque muchas de sus novelas son alegorías de la soledad y la impotencia del individuo ante la inextricable, compleja, desalmada y quizás absurda maquinaria de poderosas superestructuras sociales o políticas que lo arrollan; y es borgiano por la invención de espacios metafóricos inolvidables. Archivos infinitos; grandes pirámides construidas para consumir la energía de un país en algo grandiosamente inútil (La pirámide); ministerios en los que miles de funcionarios analizan los sueños de la gente, pues en ellos quizá se esconda una pizca de disidencia (El palacio de los sueños).
Alrededor de 30 novelas ha reunido a una comunidad internacional de lectores. Algunos prefieren las que hablan de la pervivencia en el mundo de hoy de viejas tradiciones bárbaras y de leyendas albanesas, como la de la ley de sangre, por la que la familia de un asesinado debe vengar su muerte matando a algún familiar del asesino, y así durante décadas (Abril roto); o como la "bessa", la palabra dada, capaz de hacer regresar de la muerte a Constantin y galopar en un caballo espectral a través de Europa (¿Quién trajo a Doruntina?).Es borgiano por su invención de espacios metafóricos inolvidables


viernes, 19 de junio de 2009

Algo sobre la inmigración en Venezuela



Colonia Tovar, fundada por el italiano Agustín Codazzi en 1843 con colonos generalmente católicos, procedentes de zonas agrícolas del suroeste de Alemania. Sus habitantes conservan su cultura e idioma, y hablan un dialecto del alemán llamado alemán coloniero.
La Inmigración en Venezuela, ha sido constante desde la independencia del país en 1830. Con anterioridad, al inicio de la época colonial la población predominante era de origen indígena, española y africana. Con los siglos aumentaron los mestizos de las tres razas, los cuales se convirtieron en la población mayoritaria en número en el siglo XVIII. La población indígena disminuyó mucho en el siglo XVI, el siglo de la conquista por parte de España, no tanto por la propia conquista sino por la introducción de enfermedades para las cuales la población indígena no tenía defensas biológicas. En realidad, el propio mestizaje fue el proceso por el cual disminuyó enormemente la población indígena ya que es lógico que cada mestizo que nacía sustituía a un antecesor indígena: en la medida en que aumentaba la población mestiza, disminuía la indígena porque ello era inevitable.

Antecedentes [editar]
Al italiano Agustín Codazzi, como geógrafo y diseñador de mapas, le fue encomendado por los gobiernos de la primera parte del siglo XIX la inmigración europea, en la que destaca la italiana y después la alemana asentada en la Colonia Tovar. José Antonio Páez promovió la inmigración canaria (isleña) (que en época de la colonia era abundante) despues de 1850.
Estas primeras inmigraciones europeas no tuvieron mucho éxito, principalmente porque los europeos preferían emigrar a los Estados Unidos y al sur del continente sudamericano (Argentina, Chile, Brasil, Uruguay).
Con el descubrimiento del petroleo, Venezuela se convirtió en un país donde había mucho dinero en circulación (los llamados "petrodolares") y eso atrajo una enorme inmigración de Europa (más de un millón de Europeos entre 1948 y 1958) y sucesivamente del resto de Latino America.

Actualidad [editar]
Hoy en día la inmigración en Venezuela es solo superada por Brasil y Argentina en la región latinoamericana.
En el país conviven 609.196 Colombianos, y 76.648 de personas de origen español junto con sus descendientes (en su mayoría canarios y gallegos); los Portugueses, constituyen 53.748 personas en su conjunto (provenientes en su mayoría de Madeira).
Les siguen en número los Italianos con 49.338 personas, aunque se estima que existen casi dos millones de venezolanos con algún lejano antepasado italiano; de origen chino habitan cerca de 10.000 personas aproximadamente y hay también una comunidad árabe (proveniente de Líbano y Siria) que alcanza las 10.000 personas.
En menor medida existen comunidades de alemanes, franceses, ingleses y europeos orientales (principalmente judíos), distribuidos a lo largo y ancho del país, con predominio en la zona central, sobre todo en la capital Caracas.[1]
En la era democrática empezada por Rómulo Betancourt, se siguió la misma política de las dictaduras: fomentar la inmigración. Pero ésta no se limitó a la europea, ya que llegaron contingentes de latinoamericanos, de países del Caribe (Cuba principalmente), etc. Es así que en Venezuela existe una comunidad de casi cuatro millones de personas con orígenes provenientes de la vecina Colombia, y muchos otros más provenientes de otros países del Caribe y Sudamérica.
Estas continuas oleadas migratorias aumentaron el complejo mosaico racial del país. Afortunadamente en Venezuela nunca han habido graves problemas raciales como en los Estados Unidos. Es por ello que el poema "Angelitos Negros", popularizado a través de una famosa canción a mediados del siglo XX, y que representa una especie de himno en contra de todo tipo de discriminación racial, es de un famoso escritor, poeta, humorista, abogado y político venezolano: Andrés Eloy Blanco.
En los últimos decenios, como la mayoría de inmigrantes han sido blancos, las poblaciones negras e indígenas han disminuido su importancia, mientras ha aumentado la de la mestiza y blanca.
Además, la comunidad judía también tuvo en San Bernardino su zona tradicional, viéndose nutrida de inmigrantes provenientes de Marruecos, Polonia, Rumania, Hungría, Alemania, Egipto y Argentina que empezaron a radicarse en el país a principios del siglo XX, pero con mayor auge a partir de 1945.
En algunas urbanizaciones de la ciudad de Caracas (como Chacao, La Florida, Altamira, Prados del Este, El Cafetal, La Castellana, Valle Arriba, Santa Mónica y otras) es notable la composición de la población por inmigrantes europeos y sus descendientes (especialmente los Italo-venezolanos), junto a los descendientes de la población criolla blanca, tanto de la época colonial como de la republicana.
Los inmigrantes colombianos están extendidos por todo el país destacando los estados andinos, Caracas y el estado Zulia. Esto es debido a la gran cantidad de frontera compartida con Colombia y a la presencia de la Metrópoli de Maracaibo, que hacen que dicho estado Zulia posea la mayor parte de los inmigrantes provenientes de Colombia.

Comunidades inmigradas [editar]

Italianos [editar]
Artículo principal: Italo-venezolanos
La mayoría de los Italianos emigró a Venezuela a consecuencia de la segunda guerra mundial y de sus destrucciones en la península italiana.
En los años cuarenta y cincuenta más de 300.000 Italianos entraron por el puerto de La Guaira, creando la mayor "colonia" europea en Venezuela. Inicialmente muchos fueron enviados a las colonias agrícolas (como la "Colonia Turén" en el estado Portuguesa), pero la mayoría terminó trabajando en el comercio, industrias y servicios de las principales ciudades venezolanas.
Los Italianos llegaron a Venezuela principalmente desde las regiones pobres del sur de Italia (como Sicilia), pero también desde el industrializado norte (como Emilia-Romaña y Véneto).

Areas (en amarillo) donde está concentrada la comunidad italiana en Venezuela
El Consulado italiano en Caracas indicó en una publicación oficial[2] que en 1977 - de los 210,350 Italianos residentes en Venezuela - 39,855 eran de Sicilia, 35,802 de Campania, 20,808 de Abruzos, 18,520 de Apulia, y que también (del norte industrializado) venían 8,953 del Véneto, 7,650 de Emilia-Romaña y 6,184 de Friuli-Venecia Julia.
Los Italianos - según la misma fuente - estaban concentrados principalmente en la region centro-norte de Venezuela, alrededor de Caracas y Valencia. En ese mismo 1977, 98.106 Italianos vivían en el Distrito Federal de Caracas, 39.508 en el estado Miranda, 14.203 en Maracaibo, 12.801 en Aragua y 8,104 en Carabobo, e inclusive habían unos 66 Italianos en el Territorio Federal Amazonas.
Actualmente, en los años 2000, casi el 90% de los Italo-venezolanos están concentrados en la región costera venezolana y en la Cordillera de la Costa. Aproximadamente 2/3 de ellos son residentes de las areas metropolitanas de las tres principales ciudades venezolanas:Caracas, Maracaibo y Valencia.
Santander Laya-Garrido (en su libro "Los Italianos forjadores de la nacionalidad y del desarrollo económico en Venezuela") estimaba que los venezolanos con por lo menos un abuelo de Italia pueden ser casi un millón al principio del siglo XXI (como el presidente de Venezuela Raúl Leoni, cuyo abuelo era un refugiado italiano masón del siglo XIX). Afirmó también que la comunidad italiana ocupaba un lugar predominante en la sociedad venezolana de la segunda mitad del siglo XX.

Portugueses [editar]
Véase también: Luso-venezolano
Los portugueses son una de las colonias europeas más numerosas en Venezuela. Provinieron mayoritariamente de Madeira y otras zonas del país producto de la crisis institucional acaecida. En líneas generales los portugueses contribuyeron con la venta al detal de productos alimenticios, panaderías, pulperías y abastos.

Españoles canarios y gallegos [editar]
Artículo principal: Ibero-venezolano
Durante la colonia y hasta las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, la gran parte de los inmigrantes europeos a Venezuela fueron canarios y su impacto cultural fue significativo, influyendo tanto el desarrollo del castellano en el país así como la comida y las costumbres. Varios líderes y notables venezolanos cuentan con ascendencia canaria, tales como el precursor de la independencia Francisco de Miranda, el Libertador Simón Bolívar, Antonio José de Sucre, Andrés Bello, José Gregorio Hernández y los presidentes José Antonio Páez, José María Vargas, Carlos Soublette, los Monagas, Antonio Guzmán Blanco, Rómulo Betancourt y Rafael Caldera.
En cuanto a la comunidad Gallega contemporánea que en la actualidad es el segundo grueso español sobreviviente, precedido solo por los canarios (según los datos actuales de pensionistas del Ministerio del Trabajo e Inmigración español), se encuentran sus padres y evidentemente sus hijos de los que no se tiene con claridad registro en el censo; se piensa que emigraron al país en la segunda mitad del siglo XIX y la primera mitad XX, producido por distintos factores en los que se encuentran razones políticas del régimen franquista y la Guerra Civil Española. Este último dato no excluye a los españoles de otras regiones que también habitan en el país en la actuaReferencias [editar]
Población nacida en el exterior por año de llegada al país Instituto Nacional de Estadística.
Consolato Generale d'Italia a Caracas.Rapporto del Consolato per il Ministero Affari Esteri di Roma. Anno 1978
Población nacida en el exterior INE.
Investigación de la Migración Internacional en Latinoamérica (IMILA) Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE). Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

Bibliografía [editar]
Mille, Nicola. Veinte Años de "MUSIUES". Editorial Sucre. Caracas, 1965
Santander Laya-Garrido, Alfonso. Los Italianos forjadores de la nacionalidad y del desarrollo económico en Venezuela. Editorial Vadell. Valencia, 1978.
Vannini, Marisa. Italia y los Italianos en la Historia y en la Cultura de Venezuela. Oficina Central de Información. Caracas, 1966

Véase también [editar]
Italo-venezolanos
Ibero-venezolano
Colonia Tovar
Emigración española
Hermandad Gallega de Venezuela
La colonia y la inmigración Canaria
Inmigración Canaria Contemporánea
Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Inmigración_en_Venezuela"
Categorías: Demografía de Venezuela Inmigración en Venezuelalidad.

lunes, 1 de junio de 2009

UN CUENTO DE MI PAÍS

En mi país todo el mundo vivía de puros cuentos. El cuento del día anterior amenizaba la mañana de cada día y ¡ni se diga lo que disfrutaban los citadinos con los recuentos del vecino más cercano! Gracias a Dios que por mucho cuento que hubiese, nadie se cansaba de oírlos porque la fuente de los cuentos de donde salía la vida de ese pueblo siempre estaba aceitada, brillante y bien bonita. Así que todos los cuentos que alimentaban a la gente eran buenos y bien hechos. Si es así….¡no había ningún problema de vivir de puros cuentos!......
Era tan importante el cuento en ese lugar, que le llamaron el país de los cuentos y hasta en las universidades era obligatorio aprender a escuchar y recitar cuentos. Por su puesto, el Presidente era un cuenta cuentos y ¡merecía mucho respeto!. En los encuentros internacionales, los presidentes de otros países esperaban ansioso el cuento que relataría el presidente cuenta cuentos en su discurso oficial. Gracias a esos encuentros, nuestro país había establecido un convenio para distribuir los cuentos a nivel mundial. Fue tal el éxito, que la industria de los cuentos se convirtió en el pilar de la economía nacional.
Sin embargo, no podía faltar el grupo de malvados y envidiosos que eran incapaces de escuchar y contar un buen cuento e hicieron un plan para desestabilizar el país de los cuentos bonitos.¡El proyecto era malévolo! No consistía en dañar la fuente fabricadora de cuentos, sino en reprogramarla para que contara falsedades, mentiras y cuentos alejados de moral y doctrina alguna, para confundir a todo el mundo sin que se percataran de lo que estaba sucediendo, ya que le colocarían una dosis de hipnotismo al cambio que introducirían en el sistema de la fuente, de manera que los habitantes ni siquiera a través del tiempo, se percataran de lo sucedido. Esto permitiría que los malvados se hicieran dueños del gobierno y acomodaran los ingresos nacionales a su antojo y beneficio personal.
Comenzó entonces en mi país una ola de injurias y equivocaciones, insultos entre unos y otros, ofensas por los relatos malvados que la fuente estaba produciendo. Informaciones negativas, poco entendimiento y pobreza por todos lados. Todos estaban confundidos y desconcertados, no comprendían lo que estaba pasando. La gente que intentaba enderezar los cuentos, se confundía y caía en el lodo del pleito, del engaño y la persecución. Añoraban aquel tiempo en que se vivía feliz a punta de cuentos, recuentos y cuenta cuentos.
Pero el grupo de malvados no se percató que el alma de mi pueblo no había perdido el gusto por los cuentos buenos, porque los sabios y prudentes del lugar guardaban muy celosamente los manuscritos de aquellos viejos tiempos y nunca dejaron de disfrutar y de leer a los demás los hermosos relatos de aquellos momentos de historia nacional. En oportunidades los llamaban de instituciones y universidades de renombre, entonces dictaban foros y charlas sobre historia nacional y buenos cuentos, pero al mezclar esta labor con el desorden de los cuentos reprogramados, aquello se enredaba en un terrible “descuento”.
Solo se salvaban del desastre los padres y maestros de escuela que inventaban sus propios cuentos a falta de aquella máquina que ofrecía relatos hermosos y los contaban a sus hijos y alumnos. Estos cuentos no estaban reprogramados, recordaban los que otrora aquella máquina brindara…..
Cerca de la fuente famosa, existía desde hace muchos años, una hermosa escuela llamada “El Escondite”. Allí los maestros si vivían de buenos cuentos. Lo recuerdo porque fue allí donde aprendí y conté muchos cuentos……
Comenzaba la fiebre del béisbol, entonces los muchachos practicaban a diario después de escuchar el relato que el maestro les brindaba para comenzar la jornada.
Se cuadró al bate Guillermo Caraota Hernández, como lo llamaban los compañeros de equipo, porque cada vez que jugaba se comía una suculenta empanada de caraotas negras, ya que según él, le daría la fuerza de mil hombres para batearla de jonrón.
¿Qué tenía la empanada de caraotas ese día?, no lo se, solo recuerdo que el joven Guillermo bateó la bola de frente, no con la fuerza de mil hombres, sino de todo un pueblo en busca de su objetivo. La bola salió del terreno y fue a dar, no se sabe si por pura coincidencia o por dirección precisa del batazo, al mero corazón de la fuente reprogramada de los cuentos. Perforó por completo el sistema hasta quedar totalmente desecha.
¡Hubo alarma Nacional! ¡Aquel batazo desestabilizó el orden nacional! ¡Por culpa de una empanada de caraotas negras y una bola de béisbol, se acabaría la economía nacional!. Ese era el cuento que corría de sitio en sitio. Reuniones por aquí y por allá, historias turbia en cada casa, expectativas por lo que sucedería era el tema del día.
Decidió entonces una comisión de sabios, prudentes y jóvenes cuenta cuentos, organizar desinteresadamente todos aquellos cuentos que hacían la historia de mi país, el país de los buenos cuentos y cuenta cuentos. Pidieron el esfuerzo de la gente, en especial de los padres, maestros, estudiantes y profesionales que todavía sabían hacer y contar buenos cuentos, para ofrecer al pueblo la verdadera historia de su pasado, para que así hubiese una fuente viva de cuentos en el alma de cada venezolano.
Fue así como mi país recomenzó. Fue así como mi país, después de mucho dolor, retomó las riendas de su historia y rompió el hipnotismo que lo anulaba, para comenzar a forjar el futuro en el alma de cada venezolano.
Guillermo Caraota Hernández siguió bateando, estudiando, leyendo y contando buenos cuentos. Creció, se hizo profesional y tuvo familia y a sus hijos siempre les contó el cuento aquel de la empanada de caraotas negras que había despertado al pueblo venezolano.
Yo sigo contando cuentos y enseñando a contarlos. Este es uno de mis preferidos, porque cuenta la historia vivida del pueblo venezolano.


María Antonieta Angarita. 8-9-97, CORRECCIONES 10/10/2007