jueves, 1 de enero de 2009

Testigo y artífice



Elsa Cardozo

Ningún venezolano estuvo tan cerca de personalidades y acontecimientos internacionales definidores del rumbo de la historia mundial de la primera mitad del siglo XX, cultivando al propio tiempo, de modo prolijo y prolífico, el rescate escrito del pasado venezolano y el análisis de las circunstancias nacionales e internacionales de su tiempo. Ninguno como Caracciolo Parra-Pérez, nacido en Mérida en 1888 y fallecido en París en 1964, quien legó una impresionante hoja de vida como diplomático y servidor público junto con una vasta y respetable obra académica.
La biografía de este venezolano excepcional, recientemente publicada por Edmundo González Urrutia en la Biblioteca Biográfica Venezolana, facilita el seguimiento de un testigo y artífice excepcional de la política exterior venezolana en los más importantes escenarios internacionales de su tiempo, a la vez que del agudo observador y sabio consejero que cultivó un profundo conocimiento de nuestra historia.
El texto de González Urrutia logra organizar en fluida secuencia el transcurrir de la vida de quien, habiendo iniciado muy joven su carrera diplomática, ejerció en París, cuando la Gran Guerra avanzó hacia la capital francesa, y en Berna, cuando allí eran arbitrados problemas limítrofes con Colombia. Terminada la guerra, fue delegado muy activo y respetado en la Sociedad de las Naciones durante dieciséis años, buena parte de los cuales compartió como plenipotenciario en Suiza y en Italia.
Ya para entonces había comenzado a difundir desde el viejo continente su obra escrita con los estudios sobre Simón Bolívar (Quelques pages sur Bolívar y Bolívar, contribución al estudio de sus ideas políticas, 1918) y Francisco de Miranda (Miranda et la Révolution Française, 1925; Delphine de Custine. Belle amie de Miranda, 1927). Es de aquel momento una gestión de enorme significado para el patrimonio histórico venezolano: su recuperación del voluminoso archivo del Precursor de la Independencia.
La curiosidad y agudeza de un observador tan cultivado hacen de este venezolano un diplomático y analista excepcional. En la parte de sus memorias publicadas con el título Diario de navegación (Caracas, 1999), incluye el Memorando que contiene un plan de gobierno para López Contreras, "el más civil de los militares", inspirador del Programa de Febrero.
En ese Diario registra sus encuentros con Il Duce Mussolini, su preocupación ante el ascenso de Der Führer Hitler y El Caudillo Franco, las complejidades de los años finales de la Sociedad de las Naciones y la precariedad de la paz europea. De lo que sigue en la intensa vida de Parra-Pérez, González Urrutia destaca la breve pasantía como ministro de Instrucción Pública, su nombramiento en la Legación en Gran Bretaña, y luego en España.
Como Canciller, entre 1941 y 1945, desempeñó un papel muy relevante en las conferencias hemisféricas, con sincero sentido de solidaridad para la defensa continental, sustentándose en los principios y la experiencia con los que contribuyó significativamente en el proceso de creación de las Naciones Unidas. Su obra escrita se ampliaría con los volúmenes de Mariño y la guerra de independencia y Mariño y las guerras civiles (1954-1957), además de la Historia de la Primera República (1959).
Caracciolo Parra Pérez -testigo y artífice- fue un venezolano digno de la admiración y el respeto documentados y alentados por las páginas de Edmundo González Urrutia.

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