martes, 5 de agosto de 2008

El buscón don Pablos


El autorFrancisco de Quevedo

Madrileño de padres cortesanos. Estudió en Madrid, Ocaña, Alcalá de Henares y Valladolid. A partir de 1600, Quevedo comienza a ser conocido por su vocación literaria y por su carácter inquieto, incluso abiertamente intrigante, lo que le llevó a participar en diversas conspiraciones políticas. Logró la amistad del duque de Osuna y la de otros aristócratas, sin faltarle tampoco enemistades de importantes personalidades de la corte. Su vida alternó ascensos sociales, arrestos, destierros y procesos judiciales. Vivió la muerte de Felipe III y el reinado de Felipe IV, del que llegó a ser secretario. Se le reconoce una personalidad compleja y extraordinaria que, antes de frenar su creación literaria, impulsó la producción de textos de muy diversa intención y estilo. Fue un hombre culto, intelectual de gran profundidad, agudo e irónico, lo que no le impidió conseguir una obra de indudable calidad lírica.
Subir

Argumento

Pablos, hijo de padres delicuentes, es pronto cedido al servicio de su primer amo. Tras padecer hambre y privación en casa del licenciado Cabra, viaja a Alcalá como criado del joven Diego Coronel. La penuria de su vida lo incita a robar, transformándolo en pícaro. Su tío, el verdugo de Segovia, le escribe para comunicarle la muerte de su padre, ahorcado por la justicia. Pablos gana un dinero como herencia; pero tendrá que valerle para librarse de la cárcel en Madrid, donde trata con falsos mendigos y ladrones. En Sevilla vive del juego, haciendo trampas y engaños. Los graves delitos de su descarriada vida le obligan a marchar a América.
Subir

Comentario de la obra

La única novela de Quevedo sigue la norma literaria marcada por el “Lazarillo” y el “Guzmán de Alfarache: narración en primera persona, realismo y crítica; aunque Quevedo no apunta en esta ocasión contra la sociedad, sino contra el propio personaje y aquellos que representa. Se percibe en el fondo de la novela una despiadada burla hacia los que, provenientes de la más baja condición social, pretenden auparse hasta posiciones acomodadas, mejorando su estado sin ganar mejor moral o costumbre. No sucederá así, y Pablos, finalmente, habrá de marcharse a América, con lo que Quevedo condena al fracaso a su propio personaje y niega cualquier posibilidad a sus aspiraciones de progreso. El lenguaje de la obra se llena de una intención burlesca y satírica; no faltan vulgarismos y episodios degradantes que inciden en la pretensión de Quevedo: humillar la calidad de los falsos caballeros y de todos los que medran en la sociedad sin valía ni conciencia.


Pequeños fragmentos


Libro I. Capítulo I
Decíame mi padre: Hijo, esto de ser ladrón no es arte mecánica sino liberal. Y de allí a un rato, habiendo suspirado, decía de manos: Quien no hurta en el mundo, no vive.

Libro II. Capítulo II

Con esto caminé más de una legua que no topé persona. Iba yo entre mí pensando en las muchas dificultades que tenía para profesar honra y virtud, pues había menester tapar primero la poca de mis padres, y luego tener tanta que me desconociesen por ella.

Libro III. Capítulo VI


Yo, que me vi corrido y afrentado, y que ya me iban dando en la flor de lo rico, comencé a trazar de salirme de casa; y para no pagar comida, cama ni posada, que montaba algunos reales, y sacar mi hato libre, traté con un licenciado Brandalagas, natural de Hornillos, y con otros dos amigos suyos, que me viniesen una noche a prender. Llegaron la señalada y requirieron a la güéspeda que venían de parte del Santo Oficio y que convenía secreto. Temblaron todas, por lo que yo me había hecho nigromántico con ellas. Al sacarme a mí callaron; pero al ver sacar el hato pidieron embargo por la deuda, y respondieron que eran bienes de la Inquisición. Con esto no histó alma terrena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario